domingo, 30 de junio de 2013

Capítulo 1

Otro día más... Aquí solo pasan los días y siempre es la misma historia: Levantarse, salir a visitar a la gente y luego ir al Reino de los Mortales a vigilar. ¿Es lo único que se puede hacer en este mundo? Aunque este no es un mundo normal, no. Este es un mundo de ángeles. Todos somos inmortales. No hay adrenalina, ni acción. No hay nada de lo que suelan hacer los mortales. Somos ángeles de corazón puro. No decimos mentiras y siempre somos muy buena gente... Pero ya me cansé un poco, habrá que aguantarse. Vivo con mi hermana Sayaka; somos gemelas. Por cierto, me presento. Soy Hikari Tenshi. Yo no tengo edad, soy un ángel y soy inmortal evidentemente. Yo y mi hermana somos las ángeles de la guarda de un pequeño pueblo.

(10:50 A.M. )

- Uaaaaaah.... Que sueño... - dije yo estirándome
- Ya ves... - dijo mi hermana Sayaka - esta vez vas tú primero a vigilar a los mortales, que yo tengo muchísimo mas sueño que tú
- Y una leche - le respondí. Se que los celestiales no deberíamos responder así, pero las hermanas se suelen pelear sean mortales o inmortales. Es como una ley de hermanas - Vamos las 2 juntas, que yo sola no quiero ir.
- Vale... Aunque seamos gemelas, siempre me has parecido mas pequeña que yo - me respondió Sayaka.
- Vuelve a decir eso, y vas a acabar colgada de un árbol
- Hahaha, no te enfades chiquilla... Que somos hermanas - respondió Sayaka

Las dos estiramos un pocos las alas y salimos disparadas hacia el gran comedor a desayunar. En aquel comedor nos reunimos todos para desayunar juntos y contarnos cosas o reflexionar. Es como si fuera un comedor de la Iglesia.

- ¿Vamos ya hacia el Pueblo de los Mortales? - le pregunté a Sayaka
- Bien, pero hoy está el día un poco raro. Tengo un mal presentimiento - respondió. A veces, ella cree que suele tener visiones o algo por el estilo. Puede resultar algo un tanto raro.

(Pueblo de Los Mortales)

- ¡Sayaka! ¡Mira la cascada! ¡Alguien se va a tirar por ahí! - le grité yo. Solo nos pueden oír los Inmortales. Los Mortales no tienen el poder de oírnos
- ¡Voy! - dijo Sayaka. Salió disparada hacia la cascada. Menos mal que consiguió detener al Mortal, que entonces el Todopoderoso nos habría castigado por incumplir los deberes como ángel. El Todopoderoso es nuestro Dios. Alguien capaz de cambiar el mundo.

Cuando hacemos una buena obra, recibimos una especie de premio. Pero no una galleta de premio como los perros ni nada de eso. Es solo como una especie de brillo que después ofrecemos al Todopoderoso para agradecer este mundo.


Sayaka y yo ya llevamos muchísimas horas vigilando, es lo malo de ser Ángel de la Guarda, todo el rato si hacer nada, solo observar.

- Sayaka mira... algunos mortales son bastante lindos ¿No? - dije yo señalando a algunos Mortales
- Ya... Pero no nos podemos enamorar de ellos, ellos no nos ven... Es absurdo - me respondió Sayaka algo decepcionada
- Bah, da igual - le dije como si no me importase. Los ángeles solo nos podemos enamorar de los ángeles. Pero la mayoría de ángeles son ancianos, y a mí, los ancianos no me atraen, y supongo que a Sayaka tampoco.
- Oye... Aún tengo la corazonada de que va a pasar algo malo... - me dijo Sayaka algo asustada otra vez.
- Déjate ya de tonterías, pesada - le respondí ya algo harta
- De pesada nada, que es cierto lo que te estoy diciendo. Va a pasar algo malo - me dijo enfadada
- Vale, vale, señorita bruja que todo lo predice - le dije riéndome - ¿Vamos ya hacia arriba? No creo que vaya a pasar nada malo como tú dices.
- Vale vale - dijo refunfuñando. Volvimos a estirar las alas y salimos volando hacia las nubes. Aún suena bastante raro eso de salir volando hacia las nubes.

Cuándo llegamos con todos los demás, fuimos arriba del todo a ofrecer la especie de brillo ese al Todopoderoso.

Al cabo de un rato, se oyó un estruendo. Creo que aquel presentimiento de Sayaka se hizo realidad. Lo que ocurrió fue...un terremoto.





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